Morelos: un visionario
Morelos:
un visionario
Hilario
Herrera Tapia
In
memoriam de Javier Quintanar Huerta †
Don José María Morelos
y Pavón nació un 30 de noviembre de 1765 en la ciudad de Valladolid (hoy
Morelia), Michoacán, siendo hijo de un carpintero de nombre José Manuel Morelos
Robles y de Juana Guadalupe Pérez Pavón Estrada.[1]
Morelos tuvo un hermano y una hermana: Nicolás y María Antonieta, siendo éstos
mayores de edad a su hermano. El padre de Morelos tuvo que convalecer con el
infortunio de la escases y la pobreza, por lo cual tuvo que abandonar el lugar
donde radicaba con su familia para irse a trabajar a San Luis Potosí. Por su
parte, Morelos siendo todavía muy niño terminaba la educación de las primeras
letras en Valladolid. Así mismo, la carencia económica que afectaba a la
familia, obligó a Morelos a dejar los estudios y ponerse a trabajar, así
pausando el anhelo de seguir su instrucción encaminada al oficio
eclesiástico.
A
sus catorce años de edad, se fue a
trabajar a la hacienda arrendada de un tío cercano en San Rafael Tahuejo,
Michoacán, donde aprendió labores del campo como fue el caso de siembra de añil
(planta de color azul) y el piloncillo, característicos de estos lugares.
Siendo un joven con gran visión e inteligencia, aprendió los oficios de la
construcción y la ganadería, tanto así que, describe Lucas Alamán que un día
Morelos se puso a perseguir un toro y para su mala fortuna en la acción se
rompió la nariz.[2] Las labores de la finca de su tío eran de
gran importancia, y la llegada de Morelos se hizo pesar, ya que su tío no sabía
leer y escribir, por lo cual con los conocimientos básicos del sobrino ayudaron a la administración y contabilidad
de la hacienda. Para 1789, su padre había regresado a Valladolid, circunstancia
por la cual se cree que Morelos hizo lo mismo para reanudar sus estudios de
gramática en el colegio de San Nicolás, donde se encontraba como rector don
Miguel Hidalgo y Costilla. Por su parte,
describe el doctor Carlos Herrejón que
Morelos emprendió sus estudios en artes y filosofía en el seminario
Tridentino de Valladolid, además de
presentar examen en público en la iglesia de la Merced en Valladolid, donde
obtuvo el primer lugar y posteriormente hizo lo mismo en la Real y Pontificia
Universidad, donde logró el grado de bachiller en artes, los elogios se
hicieron manifestar, pues sus maestros habían detectado en aquel criollo
grandes habilidades y un futuro prometedor. Por noviembre de 1799 Morelos
conoce a Brígida Almonte de quien tiene un hijo y le pone el nombre de Juan
Nepomuceno Almonte, años después el generalísimo entra en comunicación
constante con don Miguel Hidalgo, la conspiración de Querétaro estaba tomando
un camino más sólido lo que provocó su descubrimiento. Ante lo sucedido, Hidalgo le encomienda a Morelos que se
organice en el sur y se levante en armas, orden que es respetada y puesta en acción por el “siervo de la
nación”. Momentos tan lucidos son los que pasa por la mente de Morelos, porque en
ese momento tiene la responsabilidad de cumplir una encomienda tan importante para
lograr la emancipación del gobierno español.
Los
primeros triunfos de los insurgentes inyectaron una motivación importante en
los primeros meses, aunque los descalabros de Aculco (1810) y Puente de
Calderón (1811), llevaran a Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez a ser los
primeros jefes en caer fusilados por el ejército realista. Morelos sabía que
era momento de tomar una decisión importante, dejarse vencer por el fuerte
golpe moral que habían recibido los insurgentes o tomar esas derrotas como los
cimientos de un movimiento que ni él vería concluida.
Morelos
tuvo que enfrentar varios combates de los que salió librado de manera
contundente, de ellos por mencionar el
sitio de Cuautla en 1812, donde derribó las barreras militares del general
realista Calleja, y dejando un
aprendizaje a la clase criolla que estaba del lado de los españoles, según
Herrejón, Morelos mencionó unas palabras referente a estos hechos: “Nosotros
hemos jurado sacrificar nuestras vidas y haciendas en defensa de nuestra
religión santa y nuestra patria”.[3]
Por
la anterior, en la salida de Cuautla de manera circunstancial Morelos cayó de
la mula que montaba, dejándolo con una contusión que se le infectó en los días
posteriores, si de batallas se habla quien más que Morelos, quien no sólo libró
en el campo de batalla, sino con las constantes enfermedades que el
generalísimo tuvo que derrotar en la propia cama.
Las
discrepancias de Morelos con el gral. Ignacio López Rayón, se hicieron notar
con más claridad cuando el primero tenía que reportar al segundo sobre las
campañas militares y los resultados obtenidos, -pero hay algo más- cuando se
instaló la Suprema Junta de Zitácuaro (1811), donde Morelos discernía en muchos
puntos de los famosos: Elementos
Constitucionales de Rayón, diferencias que los llevó a un distanciamiento.
Las razones de Morelos son importantes de mencionar, ya que él quería la
independencia de la Nueva España y no seguir bajo la tutela de Fernando VII
(Rey de España), algo que Rayón mantenía vigente en su proyecto.
Muy
pronto llegó Mariano Matamoros a las filas insurgentes, de quien vio un buen
elemento para continuar la lucha, lo nombró lugarteniente por tener las
características de honestidad, valentía y sobre todo lealtad. En Morelos vieron
la visión de un líder nato. Por su parte Nicolás Bravo y Hermenegildo
Galeana le regalaron su confianza y se
unieron al campo de batalla, luchando en distintos lugares, siempre con la
encomienda del generalísimo.
Morelos
tuvo la iniciativa de convocar a un Congreso en Chilpancingo en 1813, donde
reunió a muchas personalidades de la
insurgencia, como fue caso de don Carlos María Bustamante, Andrés Quintana Roo
y otras personalidades, en esta convocatoria manifestó sus intenciones de
formar una república con su tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial,
sus ideas habían tenido una empapada del liberalismo ilustrado de Francia y de
los Estados Unidos con su independencia de los ingleses, a esto podemos añadir
la creación de la Constitución de Cádiz en 1812, en España, que también
influyó con algunas ideas.
El
primer acercamiento a los objetivos de Morelos se van a ver reflejados al año siguiente: en octubre de 1814 en
Apatzingán, cuando se hizo de manera formal una Constitución insurgente donde
los puntos relevantes que se caracterizaron son los siguientes: la abolición de
la esclavitud y los derechos de la personas a no ser tratados con segregación y
distinción a los demás, la formación de una república con sus tres poderes,
entre otros, y que fueron nombrados a todos éstos: “Sentimientos de la Nación”
pronunciados por Morelos en aquel Congreso de 1813.
En
un acercamiento de palabra Morelos le dijo a Andrés Quintana Roo: “Todos somos
iguales, pues del mismo origen procedemos… que se eduque a los hijos del
labrador y del barretero como a los del más rico hacendado; que todo el que se
queje con la justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampere y lo
defienda…”.
Los
triunfos en el sur al mando de Morelos,
empezaron a no tener la misma dirección cuando Mariano Matamoros cayó
prisionero en manos de Calleja, el
generalísimo intentó rescatarlo de las garras del pelotón que preparaban sus
mosquetones para fusilarlo, con un intercambio de 200 prisioneros realistas que
tenía, sin embargo, ésto de nada sirvió, Matamoros fue pasado por las armas en
Valladolid un 3 febrero de 1814.
Par
el año de 1815 en Michoacán el Congreso y sus integrantes decidieron moverse de
lugar hacia Puebla y Veracruz, mismos que fueron custodiados por el general
Morelos y sus hombres en noviembre de ese mismo año, llevando más de la mitad
del camino, en las cercanías de Tehuacán, Puebla, el enemigo los sorprendió con
un ataque, obligando al generalísimo a retroceder para librarse de la
emboscada, pero los intentos quedaron frustrados por el enemigo.
El
general Morelos cayó prisionero por el destacamento del español Manuel de la
Concha, que rendía órdenes al general Calleja, el generalísimo fue enviado a la
ciudad de México para ser juzgado por las autoridades, recibiendo el proceso de
las jurisdicciones por el poder real y eclesiástico, donde lo condenaron a la degradación y a la máxima
humillación que la Iglesia le podía dar en ese entonces, quitándole el fuero
eclesiástico para que el poder real
procediera a ejecutarlo frente a un pelotón, en su celda con grilletes en los
pies y guardias a la vista, Morelos tuvo que aguatar los insultos provenientes
de los españoles, en una de tantas palabras
insultantes se dice que el propio general Calleja disfrazado lo fue a
visitar, pues no tenía el gusto de conocer al insurgente más popular después de
Hidalgo.[4]
En
la madrugada del 22 de diciembre de 1815, salió Morelos custodiado por los
realistas rumbo a Ecatepec, donde llegó y se le dio de comer algunos alimentos
y posteriormente se confesó, al finalizar, pidió un crucifico dirigiendo unas
palabras al Señor, no pidiendo que se le vendara, al final terminó vendándose
él mismo, el pelotón apuntó y en el aire
se escuchó dos descargas y un eufórico grito que cimbró junto al de los
disparos que le dieron muerte a Morelos, quedando en el suelo su cuerpo y sus
ideales.
Para
algunos la popularidad de Morelos había atravesado fronteras, sobre todo en
Europa, donde era admirado por Napoleón Bonaparte, quien se refería a él: “Con
cinco hombres como él, conquistaría al mundo”.
Grabado de Morelos. |
Litografía de Morelos en prisión. |
José María y Morelos en óleo 1812. |
Fusilamiento de Morelos. |
Bibliografía
Herrejón, Peredo,
Carlos, Morelos Antología documental,
México, Sep-Cien de México, 1985.
Herrejón, Peredo,
Carlos, Morelos, México, Clío, 1996.
Herrera, Peña, José, Morelos ante sus jueces, Facultada de Derecho de la UNAM, 2ed., 2015.
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