Narciso Mendoza, el “niño artillero”
Narciso
Mendoza, el “niño artillero”
Hilario Herrera Tapia
En la
población de Amilpas, Cuautla, (hoy estado de Morelos), el 8 de febrero de 1812
el general José María Morelos y Pavón llegó con su ejército insurgente a este
lugar, para enfrentar el ataque del general realista Félix María Calleja. En
aquella villa dentro de la multitud de habitantes se encontraba un niño de doce
años de edad, llamado Narciso Mendoza, quien quedó asombrado del ejército que
dirigía Morelos en aquella época. El niño quedó muy perplejo cuando vio que de un lado del
general se encontraba un niño de aproximadamente nueve años de edad, a quien
todos le decían: “el sobrino del señor
cura”, quien en realidad era el hijo de Morelos: Juan Nepomuceno
Almonte, siendo tan niño a su corta edad su padre le había conferido el grado
de capitán del ejército insurgente. Por su parte, Morelos le organizó un cuerpo
militar para su manejo y entretenimiento de su hijo, quien había experimentado
militarmente junto con su padre las campañas hostiles contra los realistas.
Conocida
como “La Compañía de Emulantes” formada por otros niños de la misma edad,
compuesta por los hijos de oficiales y soldados del ejército insurgente.
Posiblemente, Narciso Mendoza se enroló a esta compañía al ver que estos
pequeños formaban parte del ejército del general Morelos. El niño Juan
Nepomuceno Almonte recibió de su padre el abastecimiento de fusiles modificados
y recortados de acuerdo a la estatura de cada niño; situación que alentó a Narciso
Mendoza a integrarse a la compañía del hijo de Morelos, de quien llegó a subordinarse
y ser un buen amigo.
El
19 de febrero de 1812 las tropas relistas del general Calleja llegaron a la
plaza de Cuautla, para efectuar un ataque con el objeto de asaltar parapetos y
trincheras, construidas por los insurgentes para la defensa del lugar. Frente al
ejército de Morelos se encontraba lo mejor de los hombres de Calleja, aquellos
que habían ganado en Aculco (1810) y Puente de Calderón (1811). A pesar de los antecedentes,
la plaza de Cuautla fue defendida y ganada por el general Morelos. Los
insurgentes mostraron astucia e inteligencia dirigida por su líder; desde el
primer día de hostilidades entre insurgentes y realistas, destaca la
participación de Narciso Mendoza cuando demostró su valentía ante los hombres
de Calleja. Este niño se convirtió en
pieza importante cuando un soldado del
ejército realista llegó hasta donde se encontraba Mendoza y le provocó una
herida en la mano con su sable. Por lo anterior, éste disparó un cañón abandonado por los
insurgentes en una trinchera en la plaza de San Diego, acción que detuvo el
avance realista dejando varias bajas importantes; entre ellas la de un alto oficial virreinal y quien le
había provocado la herida. Su actuación salvó la plaza de Cuautla de caer en
manos de Félix María Calleja, la asombrosa valentía de Narciso Mendoza se
perpetuó y desde entonces se le conoce como el “niño artillero”.
Durante
los siguientes años del siglo XIX este suceso se había dispersado por todo el
país, aunque algunos dudaron de la veracidad y otros lo adjudicaron al
imaginario popular. Por su parte, Carlos María Bustamante describe al respecto que después de
aquel cañonazo se restableció el orden, regresando algunos insurgentes a sus
posiciones; Morelos enterado de aquel suceso mandó llamar a Narciso Mendoza, quien reconoció su atrevimiento y le asignó una paga de cuatro reales diarios
hasta que se evacuó la plaza. Otro testimonio que relata sobre la valentía del
“niño artillero” es el manuscrito de Felipe Montero, aparecido en 1909 quien
fue sobreviviente del sitio y testigo de los hechos. Luis González Obregón,
también llegó a comentar que conoció a un veterano insurgente quien le narró
aquella historia. Sin embargo, las narraciones quedan muy ambiguas de los ya
mencionados. La existencia del “niño artillero” y su participación en la
defensa de Cuautla fue comprobada cuando el historiador Jorge Gurría Lacroix se
encontró con una carta escrita del propio Narciso Mendoza, dirigida a Juan N.
Almonte, fechada el 10 de agosto de 1864 en la ciudad del Carmen (hoy Campeche),
en ella le solicita que ha sabido que en la capital de México el Emperador
Maximiliano, ha invitado a todos los soldados insurgente veteranos a asistir a
la celebridad de la Independencia, pero sin embargo, este no puede porque ya es
anciano y con mucha familia y sin recursos económicos para poder trasladarse
hasta la capital, por ello le solicita su ayuda para sufragar los gastos de
transporte a él y su familia. Finalmente, no se sabe, si en algún momento se volvieron a
reunir el “niño artillero” y Juan N. Almonte, cuando eran ya adultos. El cura
Morelos envió a su hijo a Estados Unidos para su formación educativa. Mientras que
Narciso Mendoza siguió fielmente hasta sus últimos días al “siervo de la Nación”(Morelos).
Curiosamente años después, aquellos niños que habían peleado por la
Independencia, ahora se habían vuelto conservadores y fieles seguidores de
Maximiliano y su Imperio.
El “niño artillero” en el sitio de Cuautla 1812.
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Luna
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