LA INAUGURACIÓN DEL TEMPLO METODISTA

DE PACHUCA, EN 1901



 Hilario Herrera Tapia


A
 finales del siglo XIX, la ciudad de Pachuca contaba aproximadamente con unos  cuarenta mil habitantes según el cálculo del señor Dr. Sandford Hunt, quien se encontraba en la ciudad y manifestó el deseo de fundar un templo, ya que con un parámetro considerable de habitantes era perfecto para construir un edificio arquitectónico para el alojamiento de las congregaciones evangelistas metodistas de este lugar, que estaban en manos del presbítero presidente del Distrito de Hidalgo, el señor Justo Marcelino Euroza. Esta necesidad surge a raíz de las dos activas congregaciones  en la ciudad que tenían la inquietud de contar  con un edificio propio y adecuado para desarrollar sus actividades religiosas y educativas.

En un artículo del 1 de julio de 1895, publicado en El Abogado Cristiano Ilustrado, periódico de la época, el columnista J.W. Butler señaló que uno de los primeros lugares donde se estableció el metodismo fue precisamente en Pachuca. Asimismo, se tiene el antecedente  de que el superintendente Dr. Guillermo Butler visitó la ciudad junto con el señor Obispo Gilberto Haven, donde se encontró con dos congregaciones, una fundada por el minero inglés, don Ricardo Rule, y la otra por un mexicano, el Dr.  Marcelino Guerrero, ambos predicaban el culto al pueblo pachuqueño, el primero lo hacía en el idioma inglés y el segundo al parecer en el idioma español.

El creciente entusiasmo de la sociedad pachuqueña por practicar el protestantismo, y el aumento de la demanda educativa de niñas y niños, uno de los pilares importantes del metodismo, obligó a buscar un terreno con características apropiadas para construir un edificio con aulas y habitaciones para alojar a los pastores de ambas congregaciones. Por otro lado, en los municipios de Real del Monte, Mineral del Chico, Acayuca, Zacualtipán, Tezontepec, y otros lugares, también había permeado el metodismo en sus habitantes.

La construcción del nuevo edificio se sobreponía a los que se encontraban en Puebla y México. Así, el 18 de agosto de 1901, la ciudad presenció la inauguración de un los edificios que marcaron una importante admiración por parte de las y los pachuqueños y demás habitantes y visitantes de esta ciudad. En la mañana de ese día, a las diez y media, asistió un  numeroso contingente de personas curiosas para presenciar el evento que había cautivado a la ciudad. El templo se encontraba anexo a la “Escuela Hijas de Allende” de la Sociedad Misionera de Señoras de la Iglesia Metodista Episcopal. De acuerdo con la descripción de Carlos M. Amador, reportero del periódico El Abogado Cristiano Ilustrado quien cubrió el evento, el templo se distinguía  por su construcción  sólida y elegante. La estructura en aquella época tenía rasgos de estilo renacentista, como en algunos templos de los Estados Unidos; resaltaban en el edificio las columnas y los marcos de las ventanas, que fueron construidas de cantera pachuqueña, y con lo que respecta a las paredes y el cornisamento, al parecer estaban hechas de una especie de ladrillo vitrificado, lo cual en ese día resaltó su belleza indisputable.

El templo se había construido de dos pisos aislados, para celebrarse el culto en ambos  departamentos al mismo tiempo, sin que se interrumpieran las ceremonias religiosas. La parte superior estaba dedicada a la congregación inglesa y tenía una entrada independiente a la del segundo piso, así como un cómodo auditorio o sala, donde supuestamente podía contener aproximadamente unas quinientas personas. Asimismo, el edificio religioso contenía una capilla para reuniones de la Liga Epworth, esta liga era una asociación de jóvenes entre 18 a 35 años, que practicaban el metodismo; también contaba con una biblioteca, un órgano y un piano (éste último costó $1,200.00), los dos al parecer en buenas condiciones, para acompañar las verbenas que se desarrollarían en aquel día, y posteriormente para las labores religiosas y educativas.

      La parte inferior de la planta del templo, estaba dedicado a la congregación mexicana, donde tenía capacidad para unas seiscientas personas. El piso de este lugar era de cemento de Portland, material de excelente calidad, en cuanto a las propiedades de fraguar.  En los pasillos se colocó mosaico gris, las bancas estaban hechas de nogal, y fueron traídas de Estados Unidos. Para esta fecha al parecer la ciudad ya contaba con alumbrado, por lo que el templo adquirió luz eléctrica de gran luminiscencia, tanto en los espacios de la congregación inglesa y mexicana. En lo que respecta al espacio mexicano se dividió en tres naves, que formaban  dos columnas de fierro pintadas de blanco, con algunos capiteles de color dorado,  a su lado se encontraba la tribuna, y los asientos. No obstante, algo importante que faltaba por hacer, era cubrir los cristales de las ventanas con dibujos de colores de ambos departamentos.

      Los costos de la adquisición del terreno, hasta su edificación fueron aproximadamente  más de $ 40,000.00 pesos, según el reporte del propio Amador. Así en la mañana de aquel día, la concurrencia se hizo notar desde las primeras horas de la mañana, dando inicio al culto inaugural por parte del presbítero Presidente del Distrito de Hidalgo, el señor Victoriano D. Báez, con un júbilo de coro de voces, que palpitaban en las gargantas fecundas de los presentes. Después le siguió con la palabra el señor Pedro Flores Valderrama, quien resaltó la importancia de protestantismo en Pachuca, y la necesidad de edificar un nuevo templo para dar cavidad a los congregados.

      En la noche también hubo actividades en el Templo Metodista de Pachuca,  el cual estuvo a cargo del Dr. Borton quien reconoció la labor de los trabajadores de la obra recién  terminada. Además de recordar al fundador  Guillermo Butler. Por otro lado, en la mañana y en la noche de ese día,  el auditorio del templo había mostrado un lleno fehaciente. Algunas personas importantes que asistieron a la inauguración del Templo en aquel día, fue la presencia del gobernador del Estado de Hidalgo Pedro L. Rodríguez, y la clase política intelectual de aquella época de la ciudad de Pachuca. Por su parte, los señores diputados que asistieron fueron: Jesús Gil, Lamberto Revilla e Ignacio Blancas. Asimismo, la presencia del Ingeniero Baltasar Muñoz Lumbier, Eduardo del Corral, Ezequiel Quiroz, el señor Pedro Flores Renero quien fungía como Tesorero Municipal de Pachuca, don Fernando Tagle, los señores Villagrán, Salvador  Luque,  entre otros.

      Por parte de la comunidad inglesa estuvieron presentes los señores Esteban Watters, Tomás Dunstan, Carlos Doro, Pablo Northy, Samuel Quickmire, Stanley, y el profesor Alberto Butcher. Las felicitaciones elocuentes dirigidas por parte de los invitados a los oradores fueron de gran regocijo.

La inauguración del templo y las actividades emprendidas por sus pastores, habían impresionado al gobernador Pedro L. Rodríguez, el cual manifestó: “!Qué hermosas son verdaderamente estas ceremonias! ¡Nunca había presenciado una cosa igual!”. Lo que hizo impresionar todavía un poco más al gobernador, fue la retórica y elocuencia del señor Valderrama, que lo hizo exclamar: “Este caballero es un manantial inagotable de elocuencia; una maquina perfecta de metáforas y figuras retóricas esplendidas!Finalmente, ante la presencia de las autoridades del Estado Hidalgo, y las distintas clases sociales que habían asistido, finalizó un día importante para la ciudad, un edificio histórico que al paso del tiempo, se ha quedado marcado en la memoria colectiva de los pachuqueños. 






Al fondo se observa el Templo Metodista, afuera de éste
una multitud de personas características de la época.
Foto publicada en el libro: History of
the Methodist Episcopal Church in Mexico,
escrito por John Wesley Butler, p.67.










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