Belisario Domínguez Palencia a cien años de su asesinato
Hilario Herrera Tapia
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años han pasado desde aquel brutal asesinato de uno de los hombres más valientes
que desde el Congreso del Senado, encaró la usurpación de Victoriano Huerta al frente
de la Presidencia de México. Además de poner al descubierto, la crisis del país
y la guerra civil que se había desencadenado a causa del asesinato del
Presidente Francisco Ignacio Madero y el Vicepresidente José Pino Suárez, en
los días cruentos que vivió la capital del país en la conocida “Decena Trágica”
de febrero de 1913.
Nació el 25 de abril de 1863 en Comitán,
Chiapas; sus padres fueron Cleofás Domínguez y Román, María del Pilar Palencia y Espinoza. Tuvo siete hermanos, y su familia se caracterizó
por tener sembradas las semillas del liberalismo en sus ideales. En su juventud
se destacó por su inteligencia y su comprometido interés por el estudio. Dentro
de su personalidad resaltó su actitud por la defensa de los indios de su natal
Comitán. Más tarde llegó a estudiar en Francia donde logró su
meta tan anhelada; la de recibirse como médico cirujano con dos especialidades
en obstetricia y oftalmología. A su regreso a México ejerció su profesión,
poniendo un consultorio en Comitán y después fue presidente municipal del mismo.
Distinguido por su filantrópica asistencia médica humanitaria por los arrabales
de la población y las casuchas más humildes de Chiapas.
Después dejó su natal Comitán para
representar en el Congreso al estado de Chiapas como Senador. Para esta fecha
ya había sido asesinado Madero y Pino Suárez. En la sesión del Senado del 16 de abril de 1913
hubo dos propuestas que motivaron el rechazo inmediato de Belisario Domínguez.
Una de ellas fue la ratificación del
ascenso de Félix Díaz, argumentó el Senador
que éste no merecía obtener un reconocimiento de esta naturaleza, por su gran
cobardía en la defensa de Veracruz y por
la masacre ocurrida en la ciudadela durante el cuartelazo de 1913. El otro
rechazo por la que votó en contra del dictamen en aquel Honorable Congreso, fue
el nombramiento de Juvencio Robles para la gubernatura de Morelos. El Senador
dijo: “Nombrar Gobernador del estado de
Morelos al hombre que acaba de realizar la
violación de la soberanía del Estado, es cometer el mayor de los
absurdos”. Estas dos alusiones en el Senado ya bosquejaban la política de
Domínguez y su rechazo profundo hacia Victoriano Huerta.
El 1 de abril y el 16 de septiembre de
1913 Victoriano Huerta presentó ante el Congreso dos informes de su gobierno. Parte
de lo que se dijo en sus dos comparecencias, el Senador le respondió en su
discurso del 23 de septiembre de 1913; de ser un mentiroso y un discurso
totalmente lleno de falsedades, por lo cual se refirió: “se pretende engañar a la Nación Mexicana, a esta noble patria que,
confiando en vuestra honradez y en vuestro valor, ha puesto en vuestras manos
sus más caros intereses”, parte importante del discurso del Senador, es
cuando arremetió contra el gobierno de Victoriano Huerta de ser ilegal y de no
encontrar la pacificación del país, sino al contrario, convirtiéndolo en un
contexto hostil. Por lo anterior, justificaba que era a causa de tener un Presidente
que se amparó del poder por medio de la traición, asesinando cobardemente al
Presidente y Vicepresidente que habían sido electos por la voluntad popular del
pueblo. Además lo consideró un
sanguinario, asesino, y sin escrúpulos para tomar la batuta del país. El
segundo discurso del Senador fue el 29 de septiembre de 1913, el primero y el
segundo no fueron incluidos en el Diario
de los Debates del Congreso. El segundo discurso alude a la
irresponsabilidad de Victoriano Huerta, al no darse cuenta de que él
estaba provocando un conflicto con los
Estados Unidos, y que terminaría con la llegada de tropas norteamericanitas en
abril de 1914 en Veracruz. Para Belisario Domínguez la solución de todos los
males que estaban aquejando al país era la renuncia de Victoriano Huerta de la
presidencia.
Por otro
lado, en una especie de presagio Belisario Domínguez presintió que ante este
discurso pronunciado no le quedaba otra salida más que sentenciar su muerte,
pero muy convincente deseó que valiera
la pena, pues el gobierno usurpador
terminaría en el descalabro. Luego
de los discursos, el 9 de octubre de 1913 la diputación de Chiapas pidió la aprobación para cuestionar a
Victoriano Huerta sobre la desaparición del Senador Belisario Domínguez, quien
después de sus discursos del 23 y 29 de
septiembre de ese mismo año
desapareciera misteriosamente de su domicilio en el Hotel Jardín de la
ciudad de México. Algunos testimonios como el de Francisco Chávez inspector de
la policía del gobierno huertista relató
algunos sucesos en el periódico el Demócrata
del 26 de octubre de 1921. En lo que se refiere que el día 7 de octubre de
1913 se dirigieron cuatro agentes del gobierno huertista al Hotel del Jardín
donde se encontraba el Senador, lo
trataron de engañar diciéndole que el general Huerta lo quería ver,
resistiéndose se negó a ir diciendo: “yo
no quiero hablar con ese bandolero”, ante el rechazo de Domínguez lo
obligaron a su subir a un coche, y durante el trayecto lo golpearon brutalmente.
Llegando a Coyoacán en el Panteón Xoco de la ciudad de México, le quitaron la
ropa donde le registraron minuciosamente
los bolsillos repartiéndose las pocas monedas que llevaba, después la quemaron con petróleo.
Después
se le martirizó de nuevo con una golpiza, donde el senador pronunció sus
últimas palabras refiriéndose a Victoriano Huerta como un asesino. Se dice que
en ese momento estaba el Dr. Aureliano Urrutia quien era su compadre de Huerta quien
le cortó la lengua de castigo por hablar de más. Claro, todavía este hecho no
está bien esclarecido, pues existen varias versiones que se han venido creando
a raíz de su asesinato. Lo cierto es que fue asesinado a balazos por las órdenes de Huerta, y posteriormente los
asesinos lo enterraron en el Panteón de Xoco. El día 9 de octubre de 1913,
corrió las noticias de que se había encontrado el cuerpo sin vida del Senador
en una fosa improvisada por sus asesinos. Después fue exhumado su cuerpo en
1914 y traslados al Panteón Francés, ahí
estuvo hasta el 18 de mayo de 1938, pues se concedió un permiso para la
exhumación de sus restos y ser llevados por una
descendiente de su natal Comitán, Chiapas, donde actualmente se
encuentran hoy en día.
Un
hombre que dejó un eco en los corazones de sus compañeros, con aquel discurso
inolvidable que le costó su vida, ante la braveza del usurpador. No fue el
único que murió defendiendo la
legalidad de un país que iba formando su
legado “democrático”. Huerta eliminó a varios de sus opositores a su gobierno,
entre ellos los legisladores Néstor Monroy
de Hidalgo, Edmundo Pasteliní de Oaxaca, Serapio Rendón de Yucatán, entre otros. El Senador Belisario
Domínguez prefirió nunca callar ante el impostor, dejó que su corazón hablara como el retumbado
de un cañón aunque el precio de éste, le costó la ferocidad y la crueldad que
lo llevó a la muerte.
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